Capítulo VII (y final) Sevilla era un buen destino, en una ciudad grande era menos probable que me encontrara con alguien conocido por azar (41) . Sería fácil encontrar un trabajo en hostelería, y, además, estaba repleta de guiris. Tarde o temprano me toparía (42) con algún viajero del futuro y quizás pudiera pedirle o robarle, si se terciaba (43) , alguna moneda de mi época. Empecé a trabajar en una cafetería cerca de los Reales Alcázares (44) , había mucho tráfico de turistas por allí, como era lógico. Nunca me había fijado tanto en la indumentaria de la gente. Ahora tenía un objetivo, encontrar a un turista, a uno determinado. Después de cuatro meses me sorprendía pensando cómo lo de las chanclas con calcetines que me había parecido siempre tan habitual ahora no lo veía por ningún lado. Tal vez no hubiera tantos viajeros del tiempo. Una mañana soleada, las mejores en Sevilla, apareció uno en la cafetería. Decidí esperar a que se fuera para asaltarlo con mi pregunta. Después de t...